El simple hecho de poder haber visto auroras en nuestro último viaje a Irlanda, merece la pena ya de por si un post en el blog, después de tanto tiempo de barbecho sin escribir nada, voy a empezar a publicar cada post en redes, en un post en blog…
En nuestro viaje de 4 chalaos en camper, dando la vuelta a Irlanda, tampoco teníamos mayor pretensión de poder ver auroras. La idea era pasarlo bien, unas vacaciones, aventurilla en camper por Irlanda y recorrer toda la vuelta a la isla, viendo todo lo que podamos. Pero en nuestra segunda noche ya recibimos la alerta de la NOAA.
Por la tarde ya estábamos con la cosa en redes, mensajes de algunas conocidas astro-fotógrafas, avisando de que podríamos tener opciones de ver la aurora esa noche. Pero no le dimos importancia, parecía que llovería. Hasta que sucedió la magia.
2ª noche de ruta. Donegal, parking del pub Biddy’s O’Barnes. A eso de las 17h-18h salimos desde Portrush, en el norte de Irlanda, con la idea de hacer 2horas de carretera, llegar para cenar en el Pub, y dormir allí mismo. Pero las estrechas carreteras de la isla, y las velocidades de conducción dignas de pura ciencia ficción, tenían otros planes para nosotros, nos obligaron a conducir durante casi 3horas hasta llegar al Biddy’s.
Mientras conducíamos, por los walkies nos íbamos animando:
- «acaba de saltar alerta de auroras»
- «joder joder… mirá que atardecer, ¿paramos?»
- «otra alerta de auroras… todavía esta noche pillamos algo»
- «pues nos ha dicho Marina que seguramente las veamos…»
- «ppfff na, está lloviendo, no vamos a ver un churro…»
En fin, que llegamos casi con el cierre del pub a las 22:30h (el pub cierra a las 23:00h), y de la que salimos de las furgos, la idea era clara: una pinta y a cenar. Pero el cielo tuvo otros planes. La dama verde ahí estaba, apenas se veía, si te fijabas bien, el cielo estaba verdoso, pero mezclado con su oscuridad, confundiéndonos si podía ser contaminación lumínica o de verdad auroras. Las primeras fotos con el móvil no dan mucho más de si… pero en seguida sacamos cámaras, y entre cabreos, frustración de no tener las placas montadas, y los trípodes en el maletero, el resultado tampoco fue para tirar cohetes, justo antes de ponerse a llover. Así que retomamos el plan de pinta de Guinness y a cenar, con la mala suerte de que el pub ya había cerrado cocina. Nos conformamos con esa pinta.
Un rato de charla, lamentos por no haber tenido la gran suerte de ver auroras en mitad de la nada, y preparando un poco la ruta del día siguiente, bromeábamos con ver la aurora al salir. Jiji – jaja y todo eso, hasta que al terminar las pintas y ya con ganas de volver al calor de las furgonetas para cenar, resultó que el cielo estaba totalmente despejado. Y ahí estaba de nuevo. La aurora esperándonos para deleitarnos con un momentazo único.
Esta vez si. Trípodes y cámaras preparadas, los cuatro estábamos disparando cada uno a un lado y en una dirección. Se podía ver a simple vista, pero era muy suave… hasta que, para cuando quise darme cuenta, estaban Gorka y Esti echando fotos al monte a mi espalda y saltando como locos. Ese fue el momento en que empezó a romper, un estallido de color rojo llenó el cielo y pudimos ver la aurora a simple vista. Fue todo tan improvisado, que aunque los resultados no sean de calidad «fine art photography«, estamos más que contentos con lo que vivimos, vimos y pudimos fotografiar en ese instante.
Auroras en Irlanda, la isla esmeralda, también verde en el cielo. Y nosotros pensando en volver a Islandia solo para poder ver auroras… Haz click en las fotos para verlas mejor.